Industria y desarrollo.
En el siglo XIX Marx modifica el esquema tradicional de producción y genera otros nuevos modos, que se desarrollaban en una sucesión que, partiendo de la sociedad primitiva, pasaba progresivamente por el esclavismo antiguo, el feudalismo medieval y el capitalismo moderno, pero existía en modo de producción asiático, que no iba de la mano con las anteriores y con esto dejaba abierta la idea de pensar en líneas de evolución alternativa. Aunque en nuestra época, la preocupación por el crecimiento económico nos hace dividir el mundo en países, como lo son los subdesarrollados y desarrollados o como muchos lo conocen, de tercer mundo. Como máximo se llega a dividir el curso de la historia en tres etapas que son separadas por un par de revoluciones (revolución neolítica, que pone fin a la época de los cazadores-recolectores y la revolución industrial que marca el comienzo de los tiempos modernos)
Para Graeme Donald Snooks, la historia del crecimiento económico moderno comenzó hace más de diez mil años en el próximo oriente, en una primera etapa en la que las ciudades dependían del campo. La economía inglesa tiene una etapa de crecimiento entre mil ochenta y seis y mil setecientos seis a un ritmo no muy diferente del que experimentó entre mil setecientos sesenta y mil ochocientos uno.
La industria europea antes de la revolución industrial tuvo dos vertientes que son la producción urbana y rural que tendrían diferencias muy marcadas pues la primera estaba en manos de corporaciones profesionales, los gremios, que controlaban la producción con reglas muy estrictas, especialmente vigilando la calidad y evitando que unos se enriquecieran compitiendo con otros, en cambio la industria rural era de carácter domestico y ocupaba a artesanos que trabajaban individualmente en sus telares o herrerías, al margen de cualquier corporación. Un ejemplo de esto es el hilado, en principio esta practica era una operación domestica que exclusivamente hacían las mujeres y las hijas de dedos más hábiles que los hombres. Muy pronto los pelaires se convertirían en pequeños empresarios que compraban lana y lino, lo daban a hilar a unos, a tejer a otros, lo acababan en sus instalaciones, y al final lo vendían, a este sistema se le llamó putting out (producción dispersa), los productores de dicho sistema estaban destinados a venderse en las ciudades cercanas pero cuando aumentó la demanda se empezarían a mover más lejos.
La protoindustrialización es un sistema de producción de base rural, donde los trabajadores son artesanos-campesinos que combinan el trabajo de hilar con el cultivo de la tierra. Se ha dado especialmente en lugares sumamente pobres con demografía elevada y hacían que las familias campesinas sufrieran explotaciones que incluso no bastaban para mantenerse.
La explicación tradicional del crecimiento económico moderno sostenía que el momento decisivo de ruptura se produjo en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII en la llamada "revolución industrial" aceleración explicada por los progresos tecnológicos especialmente en la industria textil y en la siderurgia. La primera fase de la industrialización no tuvo como protagonista solo al vapor sino que se hizo un uso muy limitado de el, cuando Inglaterra ya había dado bastantes pasos en el camino, el número de maquinas de vapor aplicadas a la industria era insignificante. El rasgo más significativo de la segunda fase de esta industrialización sería la aparición de la fabrica, se suponía que la fabrica era una exigencia de las nuevas condiciones, sin embargo un economista norteamericano, Stephen Marglin afirmaba que la fabrica no había nacido por necesidad de una mayor eficacia de producción, sino para asegurar al patrón el control de la fuerza de trabajo.
La fabrica permitía por un lado sujetar y controlar mejor al trabajador y simultáneamente erradicaba al pequeño productor independiente o cooperativo, que no podía adoptar las nuevas tecnologías que cada vez eran más costosas e incluso las imponían los fabricantes, quienes contra lo que sostiene el mito, pocas veces vienen de abajo.
Hasta mediados del siglo XVIII las industrias de China o de la India eran probablemente superiores a la mayor parte de las de Europa y es incluso probable que la calidad de vida fuesen mayores en esas tierras asiáticas. Aunque la producción inglesa tuvo la gran ventaja de llegar en primer lugar a mercados coloniales importantes y de contar con uno excepcional, el de la India, esto hacía que los otros países no pudieran competir con los que empezarían el desarrollo y comenzarían a depender de su mercado interno. Más adelante el volumen de recursos necesarios para industrializarse eran cada vez mayor ya que había que empezar con una tecnología cada vez más avanzada y más cara.
Las visiones del crecimiento económico que dan un papel especial a la tecnología, resultan sencillas y esperanzadoras: si el progreso económico depende de la tecnología, pensará que será permanente, pues la capacidad del hombre para el progreso técnico es ilimitada. Las tasas de crecimiento del PIB per cápita de los países desarrollados, alcanzaron sus máximos históricos en mil novecientos cincuenta y mil novecientos setenta y tres, sin embargo la expansión económica de la posguerra tocaba su fin y con esto se reducirían en mil novecientos setenta y tres a mil novecientos noventa y dos a cifras semejantes a las de los años mil ochocientos setenta y mil novecientos trece. Aunque peor ha sido el caso de los países atrasados, que no solo no han alcanzado el crecimiento prometido, sino que sus tasas de crecimiento se redujeron drásticamente, hasta llegar a convertirse en negativas como lo es el caso de África. A los países subdesarrollados se les predica ahora la nueva fe de la globalización.
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