Renacimiento.
Nicolás Maquiavelo era hijo de un humanista y recibió una excelente educación. Sus primeros años de actividad parecen haber estado dedicados al mundo de los negocios; entró en mil cuatrocientos noventa y ocho al servicio político de Florencia, y pese a que su posición social pertenecía a la rama empobrecida de una buena familia no le permitía optar cargos como el de embajador o gobernador a los que si pudo acceder su amigo Guicciardini, tuvo responsabilidades importantes e hizo un trabajo diplomático de primer orden. Maquiavelo es famoso y difamado, por su reflexión política "el príncipe", un pequeño texto escrito en mil quinientos trece, un tratado destinado a los Médicis, en espera de obtener de ellos algún trabajo para salir de la pobreza, se publicó en mil quinientos treinta y dos, cinco años después de su muerte, el único escrito político de Maquiavelo impreso en la vida del autor sería el "arte de la guerra" y fue condenado por el índice de libros prohibidos desde mil quinientos cincuenta y siete.
En los Discorsi la lección de los hechos de la antigüedad griega o romana se asocia a los comentarios sobre la política italiana o francesa de su tiempo para extraer unas consecuencias generales de alcance universal. Maquiavelo asocia historia y política, no al estilo de los humanistas retóricos, sino de manera pragmática, utilizando la historia para explicar el presente y renunciando deliberadamente a adornar sus escritos con <<cláusulas amplias o palabras ampulosas>> la reflexión política se halla también asociada a su obra propiamente histórica, las istorie fiorentine, que explica la evolución de su ciudad hasta mil cuatrocientos noventa y dos. Francesco Guicciardini, de buena familia y amigo personal de Maquiavelo, era una abogado de éxito antes de incorporarse a la política en mil quinientos once.Gucciardini se hallaba en España cuando los Médicis volvieron al poder, y decidió pasarse al nuevo régimen, más cercano a sus convicciones que el republicano, lo que permitió proseguir una brillante carrera en unos tiempos confusos en que Italia era escenario de las luchas entre españoles y franceses. Gucciardini y Maquiavelo tenían diferencias políticas, puesto que el primero era contrario a cualquier forma de democracia republicana. La historia de Italia era un libro ambicioso, una crónica política de una amplitud sin precedentes, que muy pronto se convertiría en modelo a imitar por los historiadores. El libro produjo mucho entusiasmo, de mil quinientos sesenta y ocho a mil quinientos noventa y nueve se tradujo al francés, alemán, inglés, español y neerlandés. Montaigne elogiaba bastante su veracidad y exactitud, si bien criticaba su tendencia a buscar causas mezquinas interesadas a todas las acciones, y Bodin lo admiraba.
Mientras tanto la influencia de Gucciardini se dejaba sentir en las historiografías nacionales de los países absolutistas. El más influyente de los teóricos franceses de la historia en estos tiempos sería Jean Bodin, que escribió una ambiciosa reflexión teórica sobre la interpretación de la historia. La prometedora corriente conocida como "la historia perfecta" que había nacido, tanto en Francia como en Italia, de la necesidad de enfrentarse a una época de conflicto y desconcierto, no sobrevivió al cierre ideológico del siglo XVII. En la Castilla de los siglos XVI y XVII hallamos una serie de cronistas como Ocampo, Morales, Sandoval, Garibay o Herrera, más citados que leídos en su tiempo. Lo que salvó sobre todo de la herencia del Renacimiento fue el conjunto de los métodos de crítica filológica y el trabajo arqueológico. En una época de disputas religiosas, la erudición crítica de los reformistas obligó a la iglesia católica a depurar sus textos de la carga
de mitos que se les había ido agregando
El caso de Leibniz, a quien la investigación histórica llevó a plantearse un problema de la evolución geológica, nos ha de ayudar a entender que los cambios en la forma de concebir la historia se producían en un contexto muy amplio y complejo. Los científicos del Renacimiento comenzaron la demolición de la cosmología aristotélico-tomista que explicaba el mundo natural y que se completaba con una visión teológica del mundo humano, avanzado en dos direcciones distintas pero no siempre antagónicas: la de la magia natural y la de la filosofía mecánica, las innovaciones de estos filosofos de la naturaleza proponían unos elementos que habrían de integrarse a la larga en sistemas alternativos que explicaran conjuntamente el macrocosmos físico y el microcosmos humani.
Los caminos que llevaron hacia el futuro la carga más positiva de la renovación renacentista en el terreno de la historia no tienen nada que ver Bossuet y muy poco con Mabillon, sino que son harto complejos y circulan a menudo subterráneamente. Los puentes que van desde Maquiavelo hasta Montesquieu pasan por la teoría política de la revolución inglesa, por los libertinos franceses (como Gassensdi, Moliére, o Cyrano, que debió conocer a Campanella en París y que escandalizó a sus contemporáneos comparando a los súbditos de los monarcas con esclavos o definiendo a la muerte como "esta gran nada"
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